jueves, mayo 13, 2004
El colombiano tiene más canas que cuando llegó. El trabajo aquí es pesado. Yo había muerto desde que llegué. Se hacía mi dulzura más amarga. Mis sonrisas cada vez más cortas. Mis lágrimas más largas. El rumano se ve de 50 a?os, cuando tiene poco más de la mitad. Dormí mucho tiempo. Descubrí que, para mi, salir de Zacatecas (mi amado Zacatecas) es como despertar. La madrile?a tiene un acento muy propio, se pinta el cabello y a ella no la ha consumido Zacatecas. Mi sangre corría espesa, casi sólida. Ya no conocía al sol, ni el lunar de plata ni las pecas luminosas que me acompa?aban cuando vivía. Luego me fui. Y entonces desperté. Al colombiano le siguen saliendo canas y se lo sigue acabando el mundo, pero yo volví a encontrar el lunar de plata.
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