jueves, agosto 26, 2004

Él siguió bailando con el perro, que por cierto, tenía los dientes chuecos cuando yo lo vi. Va desapareciendo de mi cabeza, muy de vez en cuando se pasea en mis cabellos, tan oscuros, que se pierde en ellos y vuelvo a olvidar. Segundos de recuerdo, segundos eternos de olvido placentero. Pero el ni?o de ojos tristes... Ella dijo que tengo lápiz adhesivo en las ideas y en el corazón. Creo que no está equivocada. El ni?o de mirada triste se pasea en mis ojos porque ya me los robó. ?Cómo evito que pise mis pupilas, cómo evito que se quede adherido a mis pesta?as? Ella tiene que decirme que no existe el ni?o de ojos tristes. Borrar la fotografía de su historia, corta historia a blanco y negro con tres lunas en su cabeza y una alma gris que le cobija sus piernas. No debí conocerlo. Trae en sus manos su historia a blanco y negro. Trae en sus manos el historial de su cabeza. No debí hojear sus ojos. Aunque lo bello sea lo inalcanzable, duele no alcanzarlo. ?Pude evitar saber que existía?

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