sábado, septiembre 23, 2006

Que por qué escribo. Pues porque sino, sería una huevona. Que para qué escribo. Para no sentir que estoy viva. Hay muchas cosas que no se cuentan, otras que no pueden contestarse, otras que te da vergüenza contar. Yo estaba sentada en la mesa con Él y me daba pena tener que hablar de mi -de esas cosas no se habla-, pensaba yo muy muy muy adentro mío. Y Él si, Él si hablaba de mi y yo me convertí en una María Candelaria, mordiéndome la puta trenza, queriendo meterme en el panecillo que nos habían servido. Y entonces me tocó leer un cuento mío -puta madre, puta madre, puta madre, estoy jodida-, pensaba nomás para mi. Nunca me ha gustado el público, aunque, ahora que me acuerdo, un amigo me cerró el hocico en una ocasión: -Bueno, bueno, bueno, si no te gusta el público ?para qué chingados tienes tu blog?-, y me valió madre, porque él estaba pedo y yo soy muy necia. Pero hablábamos de escribir. Iba yo a contar que recién vuelvo a mi blog, al cubil de mi cabeza. Creo que vuelvo en serio -siempre que digo "en serio", algo sucede y resulta que no lo hago-. Ya mi panza creció lo bastante y el frijol que traigo adentro se convirtió en sandía. Me daba miedo leer y escribir y pensar tanta pendejada, no quería que mi bebé se diera cuenta a tan temprana edad de lo pervertida, vulgar y corriente que es su madre, pero ya casi nace (yo creo que tres semanas, tal vez cuatro), entonces yo creo que ya es tiempo de volver a las andadas. Volver a esto de las palabras, las letras, las vocales las oraciones las historias los cuentos las comas las putas no me es muy fácil, creo yo que sufro como cuando aprendí a caminar (no me acuerdo de cuándo sucedió, pero habrá que dramatizar un poco el párrafo). Por aquí andaré, aunque ahora que me acuerdo, no me va a ser muy fácil si llego a tener una línea divisoria en mi abdomen. Como sea, salud.

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