viernes, mayo 07, 2004

“de día no vivo, pero la noche me despierta de la muerte”

Acuérdate: despertamos en un puerto y nos escondimos en la noche.
La regadera castigaba tu cuerpo, mi cuerpo. El agua se paseaba por mi pecho, tu pecho. Tu boca encontró la mía, o te encontré bajo el agua. Las gotas que escapaban te invitaban, me invitaban. Sentir lo no imaginable. El recuerdo debajo de la regadera se paseaba, sus patas rosas tocaron mi piel. Te detuve por un momento.

La regadera terminó su castigo y escapamos de la noche unos momentos. Caminamos bajo las luces neón de la ciudad.
Hablamos poco żnos conocíamos? nada.

Volvimos al cuarto. Estaban ellos ahí. Durmieron.

Tus manos, tus manos, tus manos... Me encontraron debajo de la sábana, debajo de mi ropa, debajo de mi piel.

Ellos se fueron.

Ya no me recordé. No sońamos, ni vivimos... solo sentimos. Olvidamos que existíamos y se incendió la oscuridad. Envolviste mi piel con tus manos żya olvidaste? Encendiste mi vientre, mis ojos, mis ideas żtú o tu indiferencia? No recuerdas mi nombre, ni yo el tuyo. Yo sueńo tu rostro tendido bajo el mío. żTú sientes mi piel cocodrilo? ży mis ojos encendidos de noche sobre ti? Yo si: tu sonrisa y tu llanto; incinerados de placer.

Afuera, despertaban y empezaban la vida debajo de la luna. Y nosotros dentro.

żLuego? luego ya no estabas. Desperté en mi habitación.

żY después?

Olvidaste.

żY? Te vi, con esa indiferencia con que encendiste mi vientre. Luego te fuiste.


Ya sabes ahora que de día no vivo, pero la noche me despierta de la muerte.

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