martes, julio 20, 2004

Lo ves. Yo traía los ojos empa?ados de ideas muertas y sonrisas olvidadas, porque tú te estabas marchando de mis manos y sin darte cuenta -o con tantas ganas que yo no vi-. Los dos pensamos en lo mejor, en que no volvieras jamás y yo ya no llamara como ayer. Pero no pudiste y yo tampoco por contestarte la llamada. Hoy ya no sé si hemos de ver la televisión hasta altas horas de la noche, o volveremos a salir al campo a limpiar las almas y a cazar estrellas en los rincones, si te escucharé tocando la guitarra y esos acordes flamencos mientras cenábamos. Esos días no volverán, pero tampoco se irán porque yo no olvido la luna ni tu cara en el espejo. Sé que esperas que te cuente de la escuela, pero yo ya no sé decirte más, el hombre del nombre eterno me dijo que no corriera cuando tuviera prisa, le conté lo que pasaba con nosotros y eso fue lo que me contestó. Creo que tiene razón.  Creo que tuvimos errores los dos. Creo que nada volverá a ser igual, porque ya no estarás, pero sé que puedo vivir si no estás, aunque faltes en la noche abajo de las estrellas y no tomes más mi mano al caminar. Mi vida dió vueltas como el abanico y el viaje de este mes mató mi razón. Encontré un libro del Marqués después de buscarlo tanto, el sudor limpió mis lágrimas y el aire tan pesado me borró de la cabeza algunos recuerdos que no puedo olvidar. El papá Hugo me chingó hasta que se cansó y yo le di de comer todos los días arroz y sopa de verduras con un  buen guisado. Ves, la vida siguió aunque no estabas. Hubiera preferido que papá Hugo fueras tú. Luego me perdí en una plaza y un desconocido de Miami con nombre de bailarín exótico; Alexis, con cara bonita e ideas enfermas. Una noche canté en un CantaBorrachoCanta"... Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan, para que no las puedas convertir en cristal..." Entonces pensé: ojalá que mi cabeza deje de ser infierno cuando vuelvas, para que tu puedas descansar en el sofá...  
 

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